Decir y hacer
¿En la política se puede decir una cosa y hacer otra sin pagar ningún costo? Eso parecía creer la dirigencia de los partidos tradicionales –el PJ y la UCR– durante las décadas de 1980 y 1990. No es difícil recordar frases célebres: “Con la democracia se cura, se come y se educa”, “La casa está en orden”, “Tendremos salariazo y revolución productiva”, “Síganme que no los voy a defraudar”, “Dicen que soy aburrido (pero soy honesto)”, “El que depositó dólares, cobrará dólares”, entre otras tantas.Sin embargo, todas esas falacias y manipulaciones condujeron finalmente a la destrucción del sistema político y, peor aún, a una enorme falta de confianza de la sociedad hacia sus partidos y dirigentes.
Una gran tarea entonces para los gobiernos kirchneristas, si de verdad se quería hacer un país en serio, era reconstruir esa confianza. Es mas, así lo dijo Cristina Kirchner en el discurso de lanzamiento de su candidatura presidencial el 22 de julio del 2007: “No pretendo dar esta tarde una lección de derecho constitucional, pero simplemente quiero hablar de cuestiones que tienen que ver con la calidad institucional en serio de un país”. Meses antes también el entonces presidente Néstor Kirchner se había expresado en forma similar al respecto: “Cristina le puede dar al país calidad institucional”..
Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto del adelantamiento de las elecciones con aquellas promesas, y con el irrenunciable objetivo que debiera tener un gobierno progresista de reconstruir la credibilidad política en la Argentina? Absolutamente nada. Como cualquier compatriota puede observar es simplemente hacer lo mismo de siempre: manipular la realidad y el proceso electoral, forzando las leyes, para evitar –hasta donde se pueda– resultados adversos.
“¿Que les pasa a los gobernadores de la oposición que adelantan las elecciones?, ¿tienen miedo de perder?”, dijo Kirchner hace apenas unos días, refiriéndose a Catamarca. “Sería suicida embarcar a la sociedad de acá hasta octubre en una discusión permanente de posicionamientos cuando el mundo se cae a pedazos y los pedazos nos pueden caer encima”, expresó la Presidenta en Chubut, pasándose por alto que, entre otros ejemplos, en el 2003 hubo en este país, en medio de una tremenda crisis económica, elecciones presidenciales donde triunfó su esposo.
Una vez más el Gobierno abandona lo que fueron sus objetivos principales, y defrauda así a quienes creyeron que los llevaría adelante. Cada vez más lejos las palabras y promesas de los hechos.
En Córdoba se vuelve a reestatizar el Área Material y, por supuesto, lo celebramos aquellos que durante todo el neoliberalismo nos opusimos a las privatizaciones y a la entrega del Estado. Pero da vergüenza escuchar al gobernador Juan Schiaretti defender la reestatización cuando él mismo fue ministro de Industria de Cavallo-Menem al momento de entregarse la empresa a la Lockheed, y era diputado cuando se votó la ley que la declaró “sujeta a privatizaciones”.
Hay un aprendizaje histórico que rechaza el doble discurso, la justificación de lo inexplicable, el amontonamiento con los que hasta ayer nos dieron pelea. No es correcto convalidar la forma de hacer política de los ’90 ejecutada por la UCR y el PJ. Ese aprendizaje está en nuestros barrios, en los colegios, en las universidades, en los espacios de los intelectuales, en los infinitos recovecos del campo popular. Allí hay que construir la continuidad consecuente del proyecto nacional.
Es necesario, indispensable y posible.
Publicado en la Voz del Interior Vie 27 Mar 09
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